El fuego quema lo poco que me queda de ti.
Ese agrio recuerdo entre deseos, romances y tristezas.
Minutos de ternura en la atmósfera de un llanto;
carencia divina de amar y falsamente ser amado.
Vivir en el badaje de tus mentiras,
siendo en tu mente verdades para los muchos otros…
el abrazo al viento, las tiernas miradas de ausencia
y cada beso a cambio de un “algo”.
Pero como olvidar tus ojos, que llenaban mi ilusión.
Tu cuerpo el cual me hacia inquietar.
Como olvidar tú nombre
que hoy está aquí quemándome la piel.
Tus labios que despertaban todo en mí.
que hoy está aquí quemándome la piel.
Tus labios que despertaban todo en mí.
Todo aquello por lo que alguna vez viví
y en cierta forma mato eso exclusivo de mí.
y en cierta forma mato eso exclusivo de mí.
Mil demonios, mil mentiras divagadas en un “yo solo quiero estar contigo”, o el adoro que fue veneno encarnado en sus labios. Me preguntaba el por qué de las ocasiones más dolorosas y desgastantes que ella me brindó. Pasaba de un llanto, a la culpa y de ahí ese “yo no me merezco esto”; de que habrían servido los consejos de las amistad y peor aún el saber, darse cuenta que lo dicho por ellos era cierto. Días, noches, donde no existía el mañana, ese en el cual todo estaría bien; pues ese todo simplemente era la farsa de quien parecía tener un juguete nuevo y explotaba a su mayor potencia, por una necesidad, avaricia, por ese simple interés.
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