19 dic 2017

Quiero que me hagas tuya


Sin afán de distraer, sin decir una palabra, comencé a despojarme poco a poco de mi vestimenta. Primero fue la chamarra, que causo menor preocupación;  la camisa, la cual comenzó a distraerte;  la blusa de tirantes, entonces mordías de a poco tus labios; sostén fuera; tenis, cinto, pantalón, bragas… tu mirada ya perdida entre mi piel sacudió tus manos a mi clítoris y esa conciencia moral te distrajo un poco pidiendo que me cubriera con la cobija. Aunque te encantaba la soltura de mi atrevido exhibicionismo. Pero entonces volviste con mas confianza, te sumergías dentro de mí moviendo un poco tu cuerpo, sus pequeñas manos en mis entrañas provocaban recurrentes espasmos. Y te dije casi al llegar: cómeme, hazme tuya, como quieras pero tuya, lo que te hizo estremecer. Pruebame, los sacaste de mí cuidadosamente y de a poco penetraste tu boca, chupabas, saboreabas esa miel; con en esa acción sin querer me hiciste empapar. Tu acercamiento a mis labios, el susurro al oído enfatizando lo mucho que te encanta mi sabor. Llegamos y sin querer alguien mas también se concentro en mi piel. Debimos esperar un momento, momento en el que recorriste mi cuerpo con esos dulces labios tuyos, hasta llegar ahí, ahí donde quise.  Manos, lengua, piel, oh! me hiciste estremecer. Yo solo quiero mas. Necesariamente inapropiado pedí tu desnudes, que montaras un poco, mientras abrazaba tus senos en mis manos, pero regresamos al principio, ahí con la humedad de tu boca saboreando mis labios bajos, ahí donde me hacías vibrar y pedía una y otra vez que comieses de mi ser, que me hicieras tuya como quisieses pero completamente tuya.   

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