de ser ensueño en tu paladar y peligro en tus manos;
carente de razón y atrevidamente yo, me consumía ante ti.
Disfruté del delirio que eran tus besos,
viajé en el contorno agridulce de tu pensamiento y morí,
sí, de placer, ardiente placer, sumergido en la ilusión.
Son irreverentes mis palabras llenas de mentirás,
blancas mentirás pintadas de rojo como las rosas
de tu cuento favorito, oh! Reina de corazones.
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