aún en medio de esa timidez desbordabas un toque de seducción en cada
"pierdeme el respeto, por favor" para ser el segundo día ¿cómo podría hacerlo?
Habías sido de entre todos los actos el más hermoso. Las risas, los gritos,
los reclamos y placeres nunca nos pertenecieron sólo eran la marca de nuestros temores,
a amarnos sin correspondernos, abrumando nuestra esencia de paz, armonía.
El susurro en tu partida ese "te extraño, más y más", el pecado de nuestros
labios predicando un "te amo", volvieron ansiosos nuestros pasos.
Recuerdas también aquel "no me dejes" que entre lágrimas dijiste,
no creí hasta ese día la falsedad en tus palabras y la facilidad de mentir; en esa etapa
fuiste el puñal que desato el infierno en mí. La venda entonces se desvaneció,
aquella que me cegó al presentarme el "primer amor", un elocuente veneno escabroso e inquietante.
Quizás logra ser el chantaje más placentero entre el resto de los sentidos, secuestrador de sentimientos.
Pero que bonito es tenerlo o creer hacerlo, gozo de vida, ajeno a nada, envuelto en todos, sí el "amor".
Fui presa del enamoramiento -un lapso mental-, así como hasta hoy lo fui de ti, pasado.
Tuve la dicha de conocerte, aunque por ciertos errores humanos no te recuerde del todo,
era el adiós del ser amado mi peor temor, hasta que te conocí adorado olvido...
te desvenases a lo largo de este camino pues mejores cosas llegan y seguirán llegando, en esta vida mía.
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